Por Armando B. Guerrero
En entrevista para
Criptograma Mx, Luis Miguel Lombana nos comparte sus vivencias, que lo han
llevado a estar entre las caras más representativas del arte en México.
Actualmente prepara su próxima puesta en escena de la ópera Nabucco con la Compañía
Nacional de Ópera en Bellas Artes.
¿Quién es Luis Miguel Lombana?
Soy una persona que he tenido la fortuna de poder transitar y trabajar en diferentes medios de comunicación y medios artísticos. Mi origen y la base de todo lo que yo hago, y lo que sigue siendo lo prioritario en mi profesión es el trabajo de teatro, el trabajo sobre el escenario, ya sea como actor o como director.
Estudié en la Facultad de
Filosofía y letras de la Universidad Nacional y eso dictamina toda mi carrera.
El haber tenido el privilegio de haber trabajado como director o como actor me
ha abierto las posibilidades de lenguaje y de experimentación en mi carrera.
La vida me ha llevado
también a tener la posibilidad de incursionar en televisión y en cine. Pero
básicamente estamos hablando de un gran lenguaje que significa crear una
historia, contar una historia y vivir una historia, una ficción con la mayor
honestidad y la mayor seriedad posible. Y eso permea todo, sea teatro, sea
cine, sea ópera, sea televisión o sean eventos parateatrales. Es crear una
ficción y vivir una ficción, que es una mentira, pero contar esta mentira con
tal veracidad y con tal honestidad que la mentira se vuelva verdadera.
Parece una contradicción pero ese es el eje central que domina mi vida como hacedor de teatro.
Parece una contradicción pero ese es el eje central que domina mi vida como hacedor de teatro.
¿Cómo vincula su trabajo en televisión, cine,
teatro y ópera?
Vincular la televisión con
el teatro, es complicado, porque son lenguajes diferentes. La televisión tiene
un mecanismo de producción y unas necesidades muy específicas de dirección y de
actuación, que te divorcian o te separan mucho del proceso de montaje de una
obra de teatro o de una ópera.
Si bien hay puntos en
común, como el crear una historia, crear, perfilar y estructurar un personaje.
Los mecanismos y los sistemas de producción son muy distintos, la manera como
uno se acerca a una película, los tiempos de producción que se necesitan y de
preparación de un personaje en una película, son muy distintos a los que
requiere una obra de teatro, una ópera o una serie de televisión. Entonces
estos puntos en común ahí encuentran divergencias muy amplias y vincularlo, no
te ayuda mucho, porque no son complementarios.
Tienes que respetar los
tiempos de cada uno respetar sus lenguajes. La manera de actuar en teatro o en
teatro de cámara, es diferente a la hora de interpretar en un formato tan
grande y tan amplio como puede ser la ópera. O actuar en cine es muy distinto
por el nivel de contención y el nivel de sutilezas que puedes llegar a manejar
a diferencia de una telenovela, dónde te piden que exageres más, acentúes,
remarques más ciertos momentos.
Entonces lo importante para
mi es encontrar bien los elementos de producción, los valores, los lenguajes y
respetar y actuar acorde a ellos.
¿Por qué hacer un Nabucco fuera de lo
tradicional?, ¿Es una decisión propia o es una petición? ¿Quién decide hacerlo
de manera tradicional o hacer algo novedoso?
Son decisiones personales.
Cuando a un director le
ofrecen un titulo se le abren una serie de posibilidades. A veces el titulo ya
viene encaminado por la producción. En este caso es una producción nueva,
entonces eso me permite crear todo un universo a partir de esta producción. Al
ser nuevo, entonces tienes todo el margen para poder establecer tu propio
lenguaje y tu propio discurso que es lo mejor que te puede pasar como director:
crear a partir de cero.
Este es el caso de este
Nabucco, que es un Nabucco que me interesaba ver desde un punto de vista no
exclusivamente de la trama de la ópera compuesta por Verdi, si no a partir de
la historia que hay alrededor y detrás del estreno de Nabucco.
Eso a mi me permite abrir
el discurso escénico a varias lecturas. Dar un marco histórico, ver lo que
significó montar Nabucco, lo que significó para Verdi, lo que significó para los
cantantes y lo que significó para Italia en el 1842.
Con Nabucco hay un antes y
un después en la vida de Verdi que lo catapulta a la fama, además que encuentra
a la mujer que lo va a sacar de una profunda y compleja depresión y se va a
convertir en la compañera para el resto de su vida, eso es también un dato
importante.
Nabucco es una ópera solemne
basada en un texto bíblico, es una ópera masiva, grande, inmensa en todos los
sentidos: vocal y musicalmente lo es.
Al contar esta narración
colateral y periférica, pretendo hacerla menos solemne, más dúctil, más ligera
y que los cuatro actos fluyan con mayor soltura. Ese es también otro propósito
de la puesta en escena pero sobre de todo, es enriquecer una historia, una
ópera y en lugar de estarla presenciando de frente, es como si la estuviéramos
observando lateralmente, como entre cajas. Y es un poco veladamente un homenaje
a Verdi y un homenaje a esta compañía de ópera que es a la larga un homenaje a
nosotros mismos de compartir con el público como se monta eventualmente una
ópera. Ese es a grandes rasgos el propósito del montaje.
También se trata de
proponer, no darle a público, al espectador, una papilla ya digerida, sino un
ejercicio mental en el cual todos vamos montando la historia de la ópera.
¿Hay miedo a la crítica?
Hacer un proyecto y
exponerse conlleva un factor de riesgo y el riesgo, produce inquietud y puede
producir miedo. Siempre hay un miedo a la hora de exponer un punto de vista y
no es sólo ya el miedo cuando llega el público, el espectador, sino es el miedo
a tu propio equipo de trabajo, a que acepten una idea, un concepto, a tus
compañeros, a tu elenco, al coro, a los actores, a los solistas. Son varias
barreras que se tienen que ir resolviendo, se tienen que ir enfrentando.
Miedo siempre hay es
inevitable, porque hay un riesgo, y uno se arriesga porque esto es en vivo y
porque no sabemos que va a pensar el público o cómo lo va a tomar.
Pero hay un miedo que te
atenaza, te imposibilita y te impide llegar al estreno y hay otro miedo que
vale la pena enfrentar y que vale la pena encararlo y asumir las consecuencias.
Estoy consciente que habrá espectadores que no acepten este punto de vista,
este concepto de montaje, y que igual se pronuncien el día del estreno o en las
funciones.
Bueno es un riesgo que uno
corre cuando afirma que la puesta en escena es a partir de una idea que a uno
se le ocurrió y hay que enfrentar eso también y asumir las consecuencias.
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