A la poesía se
llega observando, reflexionando y echando a andar la curiosidad. Así describe
su trabajo el poeta Francisco Hernández, quien al 2012 ha vivido 66 años. Embriagado
de música, y con una carrera poética que ha cabildeado en contra del olvido, el
veracruzano nacido en Tuxtla el año 1946 ha publicado más de veinte títulos
desde 1974. Iniciando con Gritar es cosa
de mudos, el poeta se va haciendo a cada paso, andando su viaje interno y
emborrachándose de momentos. Francisco, en esa niñez que no escogió, llegó a
pensar que no tenía destino, pues los espíritus vulgares no lo tienen, y creyó,
también, que al decidir ser poeta terminaría muerto, igual que su tío, borracho
de amor en la banqueta, a la deriva de la casa de una mujer casada.
Es un melómano y tiene una envidiable afición por la pintura y la
comida; conocedor de la poesía mexicana y de su amplia tradición que nos
remonta a Nezahualcóyotl, pasando por Sor Juana Inés de la Cruz, Gutierre de
Cetina, Manuel Maples Arce, Efraín Huerta hasta el fundador del Infrarrealismo
Mario Santiago Papasquiaro, Francisco Hernández se formó en esa tradición y
principalmente en los versos de Díaz Mirón y López Velarde para, más adelante,
conceder la justa reverencia a Octavio Paz. Así llegó uno de sus trabajos más
provocativos, Moneda de tres caras título
en que, además de valerle el premio Xavier Villaurrutia en 1994, se reúnen tres
poemarios, en los cuales la fuerza y la densidad de la palabra crea casi
siempre una atmósfera de sensaciones tormentosas. En este trabajo Hernández se
adentra en la imaginación y después en la locura de tres hombres cuya norma fue
estar en contra de sí mismos.
El primero, De cómo Robert Schumann
fue vencido por los demonios Hernández decide recrear, inspirado a través
de las composiciones del músico alemán, las escenas de los últimos momentos en
la vida de éste, cuando más intensa se había vuelto su locura, tratando de
exponer la estrecha conexión que existe entre la poesía y la música. Este
experimento, en el que la música se vuelve una experiencia de vida, confirma el
carácter arriesgado de la poesía de Hernández. De la misma manera se le da un
tratamiento, nada convencional, al tema de la locura en el segundo y en el
tercer poemario incluidos en Moneda de
tres caras; en Habla Scardanelli
se interna en la cabeza de Hölderlin para describir conjuntamente lo amargo y
lo intenso de sus emociones y la tormentosa relación que sostenía con Susette
Gontard, a la que llamaba Diótima o la Griega. Igualmente sucede con Cuadernos de Borneo donde el mexicano recrea,
a manera de diario, las alucinaciones del poeta maldito Georg Trakl en su
estancia demencial y ficticia en la isla del continente asiático. En cada uno
de los poemarios de Moneda de tres caras no
es el mexicano quien habla, sino un alter ego creado en conjunto con esos
artistas para vivir y compartir las experiencias demenciales del poeta surgidas
después de ese sañudo experimento.
Para no dejar a Hernández en las fauces del olvido diré, además, que
en su obra hay poemas eróticos y de un humor con buen gusto; pequeños poemas
con muy pocos versos que tienen una intensión similar a la del aforismo, y,
quizá de lo más recomendable, la constante presencia de lo popular, como es el
caso de su heterónimo Mardonio Sintra: jaranero borracho y enamorado de la
mujer, melancólico aventurero creador de los versos Coplas de Barlovento y Una
roja invasión de hormigas blancas un canto insolente y divertido al amor
que nos presenta la frescura y el ingenio del improvisador de coplas.
Dicen que todavía lo encontramos andando por la calle de la ciudad
de Puebla, visitando las plazas y los mercados, viviendo con la epilepsia de
los años, misma que lo ha orillado a presentarnos su último trabajo La isla de las breves ausencias de 2012,
donde describe el miedo que le ha dejado esta enfermedad, la cual no ha logrado
apartarlo de su oficio, sino que aún nos ha revelado un profundo trabajo que si
bien el espasmo es inevitable no deja de ser enriquecedor. Sin nada más que
decir les encargo que en cuanto quieran disfrutar de una buena lectura se
acerquen al poeta mexicano, ya que, además de compartir su mundo dejará la
semilla de la reflexión que regala la poesía a la que vale la pena acercarse.
Criptograma Cultura
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