Alline Vanessa Álvarez Vidal /Reportera Criptograma Mx
El amor no tiene edad. Me costaba creerlo cuando apenas tenía 20 años. Ahora que tengo más de cincuenta de lo que me doy cuenta es que a los 20 años no sabía qué es el amor. Conforme pasa el tiempo se te va haciendo más claro aquello de que "Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección". Explica María, ama de casa 50 años.
¿Qué buscan y qué encuentran los amantes de edades lejanas? Dicen las chicas de 20 años que los de su generación son unos críos y que prefieren a hombres más seguros y que les aporten más conocimiento. Las mujeres de 50 argumentan que los de 30 son vigorosos, dinámicos y divertidos. Los chicos jóvenes dicen que las mujeres maduras les aportan experiencia y estabilidad. Mientras que los hombres maduros encuentran en las jóvenes belleza, pasión y menos complicaciones existenciales. Visto así, todo se reduce a un intercambio de cromos, a un ejercicio de complementariedades, cuando no de compensaciones. Ya en la Grecia antigua se sabía que no hay mayor transacción que la belleza por sabiduría.
Cuenta Sócrates, en Fedro, de Platón, que cada uno se entretiene con los de su propia edad, ya que se comparten placeres, sobre todo el de la amistad, a pesar de que también pueden acabar por producir asco. Lo que constriñe acaba siendo pesado para todo el mundo, empeorando las cosas si la diferencia de edad es considerable. Tiene su explicación.
Quien es mayor goza de ver, sentir y tocar ese cuerpo joven, vinculando amistad y placer al unísono. Pero, ¿qué consuelo y qué placeres podrá dar a su amado o amada con el paso del tiempo? ¿Cómo evitar que no acabe siendo una cosa desagradable? Sócrates mismo apuntillaba: porque ha de ver una cara vieja que ya no está en la flor de la primavera, añadiendo todo lo que no es agradable de sentir, y menos aún de practicar si no es por constreñimiento, cumplidos inapropiados, así como reproches inaceptables.
Pinta un panorama que asusta, aunque toca donde más duele: el miedo al paso del tiempo. Para el maduro se entrecruza la posibilidad del hastío de su joven pareja y, a la vez, encontrarse solo en plena vejez. La persona joven, en cambio, además de adueñarse del conocimiento ajeno, sigue viviendo en la perspectiva de la inmortalidad. Por mucho que se quieran, eso resta equidad a la relación, alimentando sus temores que se recrudecen con el paso de los años.
Sin duda alguna, estar enamorado es lo mejor que le puede ocurrir a un ser humano. Cuando se pierde esa chispa del amor, la vida se hace más difícil y poco llevadera. Si estás dispuesto a estar con esa persona, también debes suponer que significará un sacrificio como el de estar siempre bien. Aunque, si tu pareja además de ser tu amante es tu amigo, es maravilloso porque existe la complicidad y así pueden decirse todo sin miedo para juntos superar los obstáculos de la vida.
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