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martes, 7 de agosto de 2012

Emotiva despedida a Chavela Vargas en Bellas Artes

Foto cortesía: Eugenia León

Mario Peña /Criptograma Mx

La cantante Chavela Vargas recibió su último homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

El féretro llegó al palacio de mármol cubierto por un jorongo, la prenda favorita de la artista, mientras se interpretaba la canción “El Último Trago”, de José Alfredo Jiménez.

Foto cortesía: Eugenia León
Amigos, fanáticos, diplomáticos de España y Costa Rica, y funcionarios del gobierno acudieron a despedir a la artista nacida en Costa Rica, nacionalizada mexicana. 

María Cortina, amiga de “La Chamana” comentó que su biógrafa siempre fue independiente y hacía todo "porque le daba la gana".

"Hizo el homenaje a García Lorca y viajó a España para presentarlo porque le dio la gana. Vino a México a morir aquí porque le dio la gana y lo logró", recordó Cortina.

En su intervención, la titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Consuelo Sáizar, recordó que la pintora Frida Kahlo decía que Chavela Vargas era "un regalo que el cielo me envía".
Foto cortesía: Eugenia León

Agregó que "la discografía de Chavela fue reeditada, con su regreso a escena se marcó una resurrección. Me voy a divertir mucho hasta en mi velorio, fueron sus palabras de hace algunos días".

En una emotiva ceremonia, que estuvo abarrotada de gente, sus amigas, Eugenia León, Tania Libertad y Lila Downs entonaron en su honor tres temas.
La primera guardia de honor estuvo encabezada por Eugenia León, Tania Libertad, Lila Downs, Consuelo Sáizar y María Cortina.

Tras la ceremonia, en punto de las 14:00 horas fueron abiertas las puertas del Palacio de Bellas Artes para que el público, los mismos que compran los discos y dieron fama internacional a “la dama del pocho rojo”, pudieran ingresar a despedirla. 
Foto cortesía: Eugenia León

Pero los homenajes no terminan con este tributo en Bellas Artes. El Festival Celebrate México Now y el Carnegie Hall confirmaron que continúan los planes para rendir un homenaje a la artista Chavela Vargas, ceremonia anunciada desde enero, y que se realizará el 27 de noviembre en el legendario escenario de Manhattan.
Eugenia León, Ely Guerra y Tania Libertad serán las tres cantantes encargadas de darle forma a este reconocimiento póstumo.
Por su parte, Patricia Perlasca, titular de la Secretaría de Turismo y Cultura de Veracruz dio a conocer que dentro del Festival Agustín Lara, se efectuará un homenaje póstumo a “La Chamana”. Las actividades tendrán lugar en el mes de noviembre. 
Homenaje a Chavela Vargas 
en la Plaza Garibaldi.

Foto: 360 grados
Foto cortesía: Eugenia León

lunes, 6 de agosto de 2012

"Quién pudiera reír como llora ella", carta de Joaquín Sabina a Chavela Vargas

Archivo

El compositor y cantante español, Joaquín Sabina, quien también fue amigo íntimo de Chavela Vargas, escribió una carta tras enterarse del fallecimiento de “La Chamana”, su amiga, a la que ha llorado.

A continuación la misiva emotiva publicada en el diario El País:

"Andaba dibujando en un cuadernito, una costumbre que recién adquirí, cuando vi por la televisión, encendida sin sonido, la imagen de Chavela. Di voz al aparato. Se nos fue, escuché. Y me cogió un llanto irreparable. Lo que nunca me había sucedido. Siempre me culpé por no ser capaz de llorar con la muerte de mis padres, pero esta vez me venció el desconsuelo. Yo nunca me tomé copas con mis ídolos: Bob Dylan, Leonard Cohen o Brassens. Y sí, con Chavela, con la que he cantado, nos hemos abrazado y reído hasta hartarnos. Todas esas veces cuentan y contarán siempre entre las más grandes cosas que me han sucedido en la vida.

Será difícil, por ejemplo, olvidar cómo la conocí. Fue una noche de hace unos veinte años, en Madrid, en la sala Morasol. Dijo: “Yo vivo en el bulevar de los sueños rotos”. Y yo tuve que escribirle una canción con esa frase. Ya se había recuperado de su alcoholismo. Calculaba que había bebido algo así como 1,8 millones de botellas de tequila y solía decirme cuando me veía beberlo a mí: “Joaquín, ese tequila tuyo es muy malo; el bueno de verdad ya nos lo bebimos José Alfredo Jiménez y yo”. Al conocer la triste noticia, que todos veníamos anticipando, he sentido la necesidad de bajar al bar a tomar uno a su salud, aunque el brebaje sin ella siempre será de los malos.

Aquella primera vez, pedí a Pedro Almodóvar que nos presentara. Al acercarme, escuché cómo él le contaba quién era yo, pues Chavela no tenía la menor idea. “La admiro desde niño”, le dije. “Yo también le admiro mucho a usted”, contestó. Ante la mentira, exclamé. “Vete a la mierda”. Nos fundimos en un largo abrazo que nunca aflojamos hasta ayer mismo, incluso aunque no pudiéramos vernos en su última visita a España, un viaje que quizá no debió hacer, pues no estaba en condiciones. Entonces, yo estaba de gira y a ella la ingresaron en un hospital.

Con su desaparición, se pierde una manera de cantar llorando, un quejío inigualable, una expresividad fuera de lo común. Unos cojones y unos ovarios nunca vistos en la música popular desde la muerte de Roberto Goyeneche. Ella no vendía una voz, vendía un estilo. Era una maestra en perder la primera al tiempo que ganaba lo segundo. Algo en lo que yo, sin duda, tengo mucho que aprender. En estos momentos de pérdida me digo, como en la canción: ¡Quién pudiera reír como llora Chavela! Y recuerdo estas palabras de Almodóvar: “Desde Jesucristo, nadie ha abierto los brazos como ella”.

Carta de Chavela Vargas a Eugenia León

Foto: Cortesía Eugenia León

“Estoy llorando, pero como bien dijiste ya trascendiste. Seamos capaces de seguir el ejemplo de su obra musical. Eternamente Chavela Vargas”, escribió en su cuenta de Facebook la cantante Eugenia León, una de las más entrañables amigas de “La Chamana”, quien publicó en su Muro la siguiente carta:

"Estamos a mano, Eugenia.
Tuya es tu grandeza.
Tuya será siempre.

Me has regalado parte de tu vida,
porque yo copio tu vida,
tus sueños, tus angustias, yo las copio.

Pero no copio lo bello, lo lindo,
me interesa tu dolor y tus angustias
tu angustia

porque yo la tengo.

Que Dios te la bendiga.
Bueno, no dios porque no existe,
sino ese ser raro que habita en nuestras vidas,
que habita para siempre
se queda para siempre

y para siempre se va.

No lo maneja nadie, ni nada,
por eso lo quiero yo.
Por eso te lo mando lleno de flores,
como una cesta de flores,
te lo mando en tu día,
para que te dure toda la vida.

Te quiero mucho.
Te admiro mucho.

Ya nos veremos
en el Boulevard de los sueños rotos,
que yo quiero tanto.

Ahí nos veremos,
en el Boulevard de los sueños rotos.

Ya nos veremos tras una puerta,
tras una ventana
tras una persiana
una ventana

A mi edad se olvidan los nombres,
se olvidan una serie de cosas y es encantador,
porque todo lo que hablaba antes
aburría a la gente,
y ya no lo recuerdo.

Estoy tranquila en este camino al destierro,
Un camino a la nada.
Se acabó esto, ni modo,
se acabó esto, pero yo estoy aquí.
y eso es doloroso.

Que te vaya bien,
Que te vaya bonito,
Vas a pensar en mi.
que te quise tanto.

Hasta luego entonces,
hasta pronto entonces,
hasta el entonces te quiero.

Nos vemos en las puertas del ocaso.
Ahí donde todo se puede.
Te quiero y te admiro.

Hasta luego Eugenia y muchas gracias."

domingo, 5 de agosto de 2012

"Adiós volcán", carta de Pedro Almodóvar a Chavela Vargas

Foto: Facebook Oficial Chavela Vargas

Criptograma Mx reproduce el texto íntegro que el cineasta Pedro Almodóvar dedica a Chavela Vargas, quien este 5 de agosto de 2012, murió. (q.e.p.d)


Adiós volcán

Durante veinte años la busqué en sus escenarios habituales y desde que la encontré en el diminuto backstage de la madrileña Sala Caracol llevo otros veinte años despidiéndome de ella, hasta esta larguísima despedida, bajo el sol abrasivo del agosto madrileño.


Chavela Vargas hizo del abandono y la desolación una catedral en la que cabíamos todos y de la que se salía reconciliado con los propios errores, y dispuesto a seguir cometiéndolos, a intentarlo de nuevo.


El gran escritor Carlos Monsiváis dijo “Chavela Vargas ha sabido expresar la desolación de las rancheras con la radical desnudez del blues”. Según el mismo escritor, al prescindir del mariachi Chavela eliminó el carácter festivo de las rancheras, mostrando en toda su desnudez el dolor y la derrota de sus letras. 


En el caso de “Piensa en mí”, (eso lo digo yo) una especie de danzón de Agustín Lara, Chavela cambió hasta tal punto el compás original que de una canción pizpireta y bailable se convirtió en un fado o una nana dolorida.


Ningún ser vivo cantó con el debido desgarro al genial José Alfredo Jiménez como lo hizo Chavela. “Y si quieren saber de mi pasado, es preciso decir otra mentira. Les diré que llegué de un mundo raro, que no sé del dolor, que triunfé en el amor y que nunca (YO NUNCA, cantaba ella) he llorado”. Chavela creó con el énfasis de los finales de sus canciones un nuevo género que debería llevar su nombre. Las canciones de José Alfredo nacen en los márgenes de la sociedad y hablan de derrotas y abandonos, Chavela añadía una amargura irónica que se sobreponía a la hipocresía del mundo que le había tocado vivir y al que le cantó siempre desafiante. Se regodeaba en los finales, convertía el lamento en himno, te escupía el final a la cara. Como espectador era una experiencia que me desbordaba, uno no está acostrumbrado a que te pongan un espejo tan cerca de los ojos, el desgarro con tirón final, literalmente me desgarraba. No exagero. Supongo que habrá alguien por ahí que le pasara lo mismo que a mí.


En su segunda vida, cuando ya tenía más de setenta años, el tiempo y Chavela caminaron de la mano, en España encontró una complicidad que Méjico le negó. Y en el seno de esta complicidad Chavela alcanzó una plenitud serena, sus canciones ganaron en dulzura, y desarrolló todo el amor que también anidaba en su repertorio. “Oye, quiero la estrella de eterno fulgor, quiero la copa más fina de cristal para brindar la noche de mi amor. Quiero la alegría de un barco volviendo, y mil campanas de gloria tañendo para brindar la noche de mi amor.” A lo largo de los años noventa y parte de este siglo, Chavela vivió esta noche de amor, eterna y feliz con nuestro país, y como cada espectador, siento que esa noche de amor la vivió exclusivamente conmigo. Chavela te cantaba solo a ti, al oído, y cuando el torrente de su voz fue menos potente, (no hablo de declive, ella no lo conoció, hizo y cantó lo que quiso y como quiso) Chavela se volvió más íntima. Las mejores versiones de “La llorona” las interpretó en sus últimos conciertos. Abordaba la canción con un murmullo, y en ese tono continuaba, recitando palabra por palabra, hasta llegar al épico final. Cantar lo que se dice cantar solo cantaba la última estrofa, de un modo ascendente hasta gritar su última y breve palabra. “Si como te quiero quieres llorona, quieres que te quiera más. Si ya te he dado la vida, llorona, qué más quieres. ¡Quieres MÁS!. Estremecía escuchar la palabra “más” gritada por Chavela.


La presenté en decenas de ciudades, recuerdo cada una de ellas, los minutos previos al concierto en los camerinos, ella había dejado el alcohol y yo el tabaco y en esos instantes éramos como dos síndromes de abstinencia juntos, ella me comentaba lo bien que le vendría una copita de tequila, para calentar la voz, y yo le decía que me comería un paquete de cigarrillos para combatir la ansiedad, y acabábamos riéndonos, cogidos de la mano, besándonos. Nos hemos besado mucho, conozco muy bien su piel.


Los años de apoteosis española hicieron posible que Chavela debutara en el Olympia de París, una gesta que solo había conseguido la gran Lola Beltrán antes que ella. En el patio de butacas tenía a mi lado a Jeanne Moreau, a veces le traducía alguna estrofa de la canción hasta que Moreau me murmuró “no hace falta, Pedro, la entiendo perfectamente” y no porque supiera español.
Y con su deslumbrante actuación en el Olympia parisino consiguió, por fin, abrir las puertas que más férreamente se le habían cerrado, las del Teatro Bellas Artes de Méjico DF, otro de sus sueños. Antes de la presentación en París un periodista mejicano me agradeció mi generosidad con Chavela. Yo le respondí que lo mío no era generosidad, sino egoísmo, recibía mucho más que daba. También le dije que aunque no creía en la generosidad sí creía en la mezquindad, y me refería justamente al país de cuya cultura Chavela era la embajadora más ardiente. Es cierto que desde que empezara a cantar en los años cincuenta en pequeños antros (¡lo que hubiera dado por conocer El Alacrán, donde debutó con la bailarina exótica Tongolele!) Chavela Vargas fue una diosa, pero una diosa marginal. Me contó que nunca se le permitió cantar en televisión o en un teatro. Después del Olympia su situación cambió radicalmente. Aquella noche, la del Bellas Artes del D.F., también tuve el privilegio de presentarla, Chavela había alcanzado otro de sus sueños y fuimos a celebrarlo y a compartirlo con la persona que más lo merecía, José Alfredo Jiménez, en el bar Tenampa de la Plaza de Garibaldi. Sentados debajo de uno de los murales dedicados al inconmensurable José Alfredo bebimos y cantamos hasta el amanecer (ella no, solo bebió agua aunque al día siguiente los diarios locales titulaban en su portada “Chavela vuelve al trago”). Cantamos hasta el delirio todos los que tuvimos la suerte de acompañarla esa noche, pero sobre todo cantó Chavela, con uno de los mariachis que alquilamos para la ocasión. Era la primera vez que la escuchábamos acompañada por la formación original y típica de las rancheras. Y fue un milagro, de los tantos que he vivido a su lado.


En su última visita a Madrid, en una comida íntima con Elena Benarroch, Mariana Gyalui y Fernando Iglesias, tres días antes de su presentación en la Residencia de Estudiantes, Elena le preguntó si nunca olvidaba las letras de sus canciones . Chavela le respondió: “a veces, pero siempre acabo donde debo”. Me tatuaría esa frase en su honor. ¡Cuántas veces la he visto terminar donde debe!. Aquella noche en el indescriptible bar Tenampa, Chavela terminó la noche donde debía, bajo la efigie de su querido compañero de farras José Alfredo, y acompañada de un mariachi. Las canciones que ella desagarró en el pasado, acompañada por dos guitarras, volvieron a sonar lúdicas y festivas, donde y como debía ser. “El último trago” fue aquella noche un delicioso himno a la alegría de haberse bebido todo, de haber amado sin freno y de seguir viva para cantarlo. El abandono se convertía en fiesta.


Hace cuatro años fui a conocer el lugar de Tepoztlán donde vivía, frente a un cerro de nombre impronunciable, el cerro de Chalchitépetl. En esos valles y cerros se rodó “Los siete magníficos”, que a su vez era la versión americana de “Los siete samuráis” de Kurosawa. Chavela me cuenta que la leyenda dice que el cerro abrirá sus puertas cuando llegue el próximo Apocalipsis y solo se salvarán los que acierten a entrar en su seno. Me señaló el lugar concreto de la ladera del cerro donde parecían estar dibujadas dichas puertas.


Circulan muchas leyendas, orgánicas, espirituales, vegetales, siderales, en esta zona de Morelos. Además de los cerros, con más roca que tierra, Chavela también convive con un volcán de nombre rotundo, Popocatépetl. Un volcán vivo, con un pasado de amante humano, rendido ante el cuerpo sin vida de su amada. Tomo nota de los nombres en el mismo momento en que salen de los labios de Chavela y le confieso mis dificultades para la pronunciación de las “ptl” finales. Me comenta que durante una época las mujeres tenían prohibido pronunciar estas letras. ¿Por qué? Por el mero hecho de ser mujeres, me responde. Una de las formas más irracionales (todas lo son) de machismo, en un país que no se avergüenza de ello.


En aquella visita también me dijo “estoy tranquila”, y me lo volvió a repetir en Madrid, en sus labios la palabra tranquila cobra todo su significado, está serena, sin miedo, sin angustias, sin expectativas (o con todas, pero eso no se puede explicar), tranquila. También me dijo “una noche me detendré”, y la palabra “detendré” cayó con peso y a la vez ligera, definitiva y a la vez casual. “Poco a poco”, continuó, “sola, y lo disfrutaré”. Eso dijo.


Adiós Chavela, adiós volcán.


Tu esposo, en este mundo, como te gustaba llamarme,


Pedro Almodóvar 


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Criptograma Mx

Perfil de Chavela Vargas


Isabel Vargas Lizano, mejor conocida como Chavela Vargas nació en San Joaquín de Flores, Heredia, Costa Rica, 17 de abril de 1919. Se destacó por la interpretación de la música ranchera a pesar de que en su época se consideraba un género reservado para los varones.
Chavela se caracterizó, tanto por su estilo vocal, como por su sinceridad para hablar de temas como la sexualidad. Alguna vez admitió que entre sus amores estuvo la pintora Frida Kahlo.
Y no sólo en la sexualidad, también fue una fuerte crítica sobre los medios de comunicación. En el año 2000, en entrevista con Ciro Gómez Leyva, en el programa Séptimo Día del entonces CNI Canal 40, a pregunta expresa sobre ¿qué es información pendeja?, respondió:
-“Eso, el que te paguen por ser pendejo, informar de lo que no es, eso es información pendeja”.
Vargas se trasladó de Costa Rica a México en la adolescencia, país que finalmente adoptó como propio y del cual se nacionalizó.
En los datos biográficos que aparecen en su página oficial de internet, se lee que de "niña nunca jugó con muñecas, se levantaba de noche a buscar serenatas, montar a caballo en pelo y mirar el río".
También, de propia mano, expuso que no tuvo una infancia feliz: "A mis abuelos no los conocí y a mis padres más de lo que hubiese querido. Tuve cuatro hermanos y puesto que he de decirlo casi todo, lo diré: mis padres no me querían (..) Cuando mis padres se divorciaron me fui con mis tíos que Dios los tenga en el infierno".
Ya en México, trabajó de empleada doméstica, vendedora de ropa "hasta convertirse en 'la Vargas'".
Se sabe que durante muchos años cantó en las calles, pero después de cumplir 30 años, se hizo cantante profesional, conjuntamente con José Alfredo Jiménez, compositor de quien interpretó muchos de sus éxitos musicales.
En su discografía destaca El corrido hablado, Piensa en mí, Sentimiento de México, volumen 1 y 2, De México y del mundo, Le canta a México, Volver, volver, Macorina, Con la Rondalla de Saltillo, Para perder la cabeza.
También Las 15 grandes de Chavela Vargas, La dama del poncho rojo, Grandes éxitos, Para toda la vida, Antología, Somos, Chavela Vargas, En Carnegie Hall, La Llorona, Cupaima, ¡Por mi culpa y Luna grande.
Colaboró con el director de cine español Pedro Almodóvar, lo que contribuyó a su arraigo popular aquel país. Apareció en el rodaje de Julie Taymor, Frida, cantando sus clásicos La Llorona y Paloma negra. También apareció en Babel, del mexicano Alejandro González Iñarritu.
En 2009, el gobierno de la Ciudad de México, le rindió un homenaje por su 90 aniversario nombrándola “Ciudadana distinguida”, en el que estuvo acompañada de personalidades del ámbito cultural, artístico y periodístico como Eugenia León, Carlos Monsiváis, Carmen Aristegui, Joaquín Sabina y Pedro Almodóvar, entre otros.
En 2010, a los 91 años de edad, presentó el disco Por mi culpa, en el que se incluyen duetos con Eugenia León, Lila Downs, La Negra Chagra, Mario Ávila y Joaquín Sabina.
Otros de los reconocimientos que recibió la intérprete, es la Gran Cruz de Isabel La Católica en el 2000; el Grammy Latino en 2007; la Medalla de Oro en la Universidad Complutense de Madrid; fue nombrada Huésped de Honor de Buenos Aires, Argentina; y Ciudadana Distinguida en la Ciudad de México en 2009, entre otros galardones .
Al terminar 2012 podría estar listo el documental sobre Chavela, con fragmentos en 2D, el cual no es de corte biográfico sino “un poema audiovisual”, que tiene imágenes filmadas en España y México.
Este domingo, luego de darse a conocer su deceso, en @ChavelaVargas se convirtió en Treding Topic rápidamente.

Se ha ido la gran dama Chavela Vargas



La cantante Chavela Vargas falleció este domingo, a la edad de 93 años, tras permanecer hospitalizada  desde el 29 de julio debido a afecciones cardiacas, pulmonares y renales.
"SILENCIO, SILENCIO: A PARTIR DE HOY LAS AMARGURAS VOLVERÁN A SER AMARGAS... SE HA IDO LA GRAN DAMA CHAVELA VARGAS", apareció alrededor de las 13:00 horas en su cuenta de Twitter.
María Cortina, coautora del libro “Las verdades de Chavela”, la cantante se fue en paz y con un semblante tranquilo, sin dolor y sin agonía; como ella lo deseó el miércoles pasado en una plática que sostuvo con su médico José Manuel Núñez García.
En entrevista con los medios de comunicación después del deceso de Chavela, Cortina anunció que en las próximas horas su cuerpo será preparado para ser trasladado en una carroza a la ciudad de México y recibir varios homenajes.
Para el lunes, Disco CoraSon tiene programado uno de ellos en la Plaza Garibaldi, donde actuarán varios artistas, entre ellos Eugenia León. El martes 7, el homenaje oficial se realizará en Bellas Artes a las 12 horas.
Apenas dos días antes de ingresar al hospital, Vargas había regresado de España donde presentó su discoLa Luna grande.
Previo a dicho viaje, la también llamada “Chamana”, se presentó el 15 de abril en el Palacio de Bellas Artes, donde hubo poesía, canto, música y charla con los que la cantante realizó un homenaje a Federico García Lorca. 
Durante sus últimos días, el estado de salud de la intérprete de 93 años había sido reportado como reservado, más tarde se dio a conocer como grave para, finalmente, fallecer este domingo, tras complicarse su cuadro médico.
Isabel Vargas Lizano, su verdadero nombre, destacó en la música ranchera a pesar de que en su época se consideraba un género reservado para los varones.
Redacción, con información de La Jornada